sábado, 18 de mayo de 2013

Un tocadiscos siempre sonando...

Mientras miraba por la ventana, sonaba aquella canción que bailaban antaño. La lluvia caía y no solo a través del cristal. Encima de la mesa estaba el libro que le dedicó aquella tarde, con aquel impulso: "Cambiaste mi vida. Te quiero". La firma alborotada, en color negro, como siempre. 

Y cada metro cúbico del sudor de su piel perfumaba el ambiente. Y arañaba cada rincón de sus entrañas abrir las puertas del armario, o destapar el jabón que dejó a medio usar. Y la sigue viendo entrar o leyendo en su escritorio, o comentando cada párrafo, cada duda, cada caída al suelo al tropezar con la alfombra. Cada gesto está grabado hasta en lo más profundo de su carne.

Pero sabe que se ha ido, y que la quiso más que a su vida, y que la quiere más que a su muerte. Y que solo así estaría con ella, pero ahora le da igual su ateísmo, sus nulas creencias. Y nunca quiso antes la eternidad, para qué, para qué la quiso, si entre sus sábanas el tiempo no existía.

La aguja del tocadiscos se ha levantado, pero la canción sigue sonando. 

miércoles, 15 de mayo de 2013

Quiero volver a mirar como antes...

...Y que me miren como tú lo hacías. 

Porque cuando físicamente nos mirábamos, era como hacer el amor mentalmente sin protección y acabar preñado de ti. 

Pero cuando volvíamos la espalda, sin poder tocarnos ni mirarnos, quise entrar dentro de ti, y lo hice a trompicones; y salí contigo pero sin mí, abandonándome en tu interior, sin rumbo fijo. Y acabé perdiéndote por el camino, y ya no sabía encontrar la salida. 

Amándonos hasta la misma carne, nos bifurcamos, nos cansamos, nos herimos con los espinos del sendero, y acabamos arrancándonos el corazón de cuajo, avinagrado y moribundo. 

Hoy ya no crecemos entre rosales malditos, ni entre venenos en flor. Hoy te veo brillante en la colina, y yo brillando como el trigo. 

Ya podemos mirarnos sin anteojeras aunque los dos tengamos gafas negras.