lunes, 19 de mayo de 2014

ASR

Cuando todavía no había comenzado, ya habías entrado en mi vida. Y lo hiciste a destajo, con los ojos abiertos, la lengua viperina y la sonrisa eterna. 

Y conseguiste darle un vuelco a mis ganas, inundando mis pasos y con la posibilidad de encontrarte a las siete vueltas de tu casa. Y me importó una mierda que tuvieras el  mal genio por bandera, cuando sabías que  te pedía ternura. Todo me dio igual, hasta tus negativas; incluso  tus ojos grandes y apagados en la distancia, y hasta las miradas que no veían, y las bocas cerradas sin decir "esta boca es mía". 

Y tenías razón cuando me pediste aguantar tus demonios para que se llevaran bien con los míos. Y sabes que prefería tus infiernos, antes que esperar aletargado en un cielo donde no veía, por ningún lado, la frescura que me provoca tu averno. Y te consta que preferí beber de tu estigia envenenada, antes que sentarme a abrir el agua embotellada de sabe dios que sierra purificada.

Pero más razón tenías cuando me decías que buscara la alegría que me espera, la que no conozco, aunque me muera por lo malo conocido, pactando un futuro sin ti, pero contigo. Mucho pedir; un sin sentido. 

Porque no quiero perderme tus tonterías, porque no quiero dejar de saber de ti, de tus genios, de tus inevitables encantadoras cagadas, de tu alegría cada mañana y, sobre todo,  no me puedo permitir el lujo de no mirarte a la cara, por no tener el valor de disfrutar de tu sonrisa...y de tus ojos,  y de tu particular forma de mirarme.

Y recuerda, no eres una princesa, porque no necesitas a un príncipe azul para estar, porque tú ya eres. Y eso no cambiará. 
Firmado. Un sapo cualquiera. 


viernes, 10 de enero de 2014

Aprendiendo...que es gerundio

Aprendí a vivir sin ti, cuando mi corazón y mi cabeza dejaron de ir a los bares a emborracharse con tus recuerdos.

Porque hoy, por fin, siempre es primavera sin vos. Porque el invierno ya es pretérito y perfecto sin ti.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Oiga usted...

...Ya me cansé  de buscar ombligos pasajeros;

Y de querer lo mejor de ti en desconocidas, sin
quererte lo más mínimo. Ya la cagué bastante, sí,
                                                     lo confienso,
queriendo enamorarme de amores fugaces que
duraban dos instantes.

Y corrí por las calles, creyendo en los cuerpos
volátiles, en la comida rápida y en los trenes
puntuales.

Ya me cubrí bastante de agobios, de las prisas
del olvido, aprendiendo a vomitar el sexo de
asiento trasero, sin manos, sin ojos, sin saliva.

Y ya me cansé de no sentir ni los pasos, ni la
lengua en los dientes, ni en mi sexo jugando.

Ya solo me apetece un amor cocinado a dos
aguas, sin pinches ni ayudantes, ni voces
recalcitrantes, ni pasados comparativos con
presentes que no se saben.

Y no quiero duchas rápidas, ni pajas en el parque,
solo quiero meterte mano y no olvidarme
de los nervios al empalmarme. Y seguir
erecto cuando te sobo con la mirada, y mis
manos ya no las quiero, para qué, si no las
quise antes.

Solo quiero tener tiempo para ti, para mí,
para hacerte el amor en cada viaje, sin
un tic-tac cronometrado, sin un móvil
siempre sonando.

Solo quiero que sepas que tengo los
relojes parados, la bañera llena y el
corazón abrigado. Aprovéchate para
desnudarlo.



sábado, 21 de septiembre de 2013

Hoy vuelvo a estar vivo...

Han pasado más de 365 días del comiendo del peor año de mi vida, y hoy puedo decir que estoy curado. 

El dolor ha desaparecido porque los malos y los buenos recuerdos han cicatrizado correctamente, sin dejar más huella que la del aprendizaje. Un dolor que te demuestra lo vivo que estás y lo bien que trabaja tu maquinaria sentimental; pero yo no quiero este tipo de vida. No estoy de acuerdo con los que dicen que el dolor te hace ver que estás vivo; no, este sentimiento te hace estar muerto, como lo estuve yo durante tantos meses. 
El amor mal curado es directamente proporcional a un tiempo de luto obligado, del que sales, antes o después,  dependiendo de tu fuerza de voluntad y el apoyo de mucha gente, pero se sale. 

Amé con intensidad, sin medida, donde no me tuve en cuenta para nada. La quise más que a mi vida y perdí la mía por el camino. Hoy la he vuelto a recuperar, sin dejar un pedacito tirado por el suelo, porque ya los he recogido uno a uno, con decisión, con valentía. 
Tuve la oportunidad de amar por primera vez, de disfrutar del sentimiento más bonito que hay en el mundo, y eso no lo cambio, aunque no encajáramos en nada. Creí que era el amor de mi vida, y durante la pérdida lo seguí creyendo, y la amaba más que a mi sangre. Pero hoy puedo decir que simplemente ha sido mi primer amor y espero que no el más importante, porque tengo mucha vida por delante para conocer a personas que me hagan sentir vivo de nuevo, pero donde el amor se imponga siempre al dolor, no al revés. 

 Hoy he recuperado mi vida y soy feliz, porque tengo a la mejor familia del mundo, a los mejores amigos y he vuelto a recuperar mi sueño, y tú sabes cuál es. Te deseo felicidad, de corazón. Te deseo lo mejor. 

sábado, 18 de mayo de 2013

Un tocadiscos siempre sonando...

Mientras miraba por la ventana, sonaba aquella canción que bailaban antaño. La lluvia caía y no solo a través del cristal. Encima de la mesa estaba el libro que le dedicó aquella tarde, con aquel impulso: "Cambiaste mi vida. Te quiero". La firma alborotada, en color negro, como siempre. 

Y cada metro cúbico del sudor de su piel perfumaba el ambiente. Y arañaba cada rincón de sus entrañas abrir las puertas del armario, o destapar el jabón que dejó a medio usar. Y la sigue viendo entrar o leyendo en su escritorio, o comentando cada párrafo, cada duda, cada caída al suelo al tropezar con la alfombra. Cada gesto está grabado hasta en lo más profundo de su carne.

Pero sabe que se ha ido, y que la quiso más que a su vida, y que la quiere más que a su muerte. Y que solo así estaría con ella, pero ahora le da igual su ateísmo, sus nulas creencias. Y nunca quiso antes la eternidad, para qué, para qué la quiso, si entre sus sábanas el tiempo no existía.

La aguja del tocadiscos se ha levantado, pero la canción sigue sonando. 

miércoles, 15 de mayo de 2013

Quiero volver a mirar como antes...

...Y que me miren como tú lo hacías. 

Porque cuando físicamente nos mirábamos, era como hacer el amor mentalmente sin protección y acabar preñado de ti. 

Pero cuando volvíamos la espalda, sin poder tocarnos ni mirarnos, quise entrar dentro de ti, y lo hice a trompicones; y salí contigo pero sin mí, abandonándome en tu interior, sin rumbo fijo. Y acabé perdiéndote por el camino, y ya no sabía encontrar la salida. 

Amándonos hasta la misma carne, nos bifurcamos, nos cansamos, nos herimos con los espinos del sendero, y acabamos arrancándonos el corazón de cuajo, avinagrado y moribundo. 

Hoy ya no crecemos entre rosales malditos, ni entre venenos en flor. Hoy te veo brillante en la colina, y yo brillando como el trigo. 

Ya podemos mirarnos sin anteojeras aunque los dos tengamos gafas negras. 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Viajándote...

Me conformo con sentarme contigo en un simple banco de la plaza, de una ciudad cualquiera, de un rincón desconocido del mundo. Pero...
También podemos seguir el rastro que deja el olor a chocolate por la Rue Dèville, corriendo hacia abajo, con la gula pintada en los ojos y probándote en cada crèpe. Pero la calle no termina donde la esquina se tuerce y aparece un nuevo número,  finaliza en otra historia vivida, en los besos que me robaste, en el damero geográfico de tu boca. 

Y son tus caderas las que me indican el sur, para retorcerme y llegar al norte, por este y aquel camino, dominando, palmípedo y ensordecido, cada rincón de tus montañas y llanuras. Revolcándonos por los campos morados del sol de la Provenza, mojados por dentro y por fuera, embarrados entre abrazos, conquistando las orillas del Garona. 

Ahora sosegados, dejando que la respiración se calme, bebemos de aquel vino de antaño. Y te libo a cada sorbo, ahogándome entre las comisuras de tus labios mientras elevamos el ritmo de nuestros movimientos, alcanzando mutuamente los escondidos puntos cardinales de los cuerpos, sintiendo cada paralelo y meridiano de lo que somos.