lunes, 30 de julio de 2012

Sin persianas ni rejas, ahora las ventanas.

Dicen que, entre los nubarrones, los rayos de sol brillan mucho más.

Es cierto, pero te equivocan y dan una falsa sensación de euforia. A pesar de la intensidad, yo solo quiero el cielo despejado, las luces siempre fuertes, los focos de los coches encendidos y tus ojos despiertos. 

Antes me conformaba con esos rayos que veía en la claraboya de mi casa, pero ahora me parecen pocos, ya se me cansó la vista de leer a oscuras, aunque pusiera todo mi empeño. Pasaba las páginas, me enteraba de todo, pero ya ni quiero ni puedo seguir leyendo así.

Quiero que no te dé pereza abrir la ventana un poco más, porque desde fuera yo no puedo; yo lo intento, pero tienes que quitar el cerrojo, que no tiene llave ni clave de acceso. Podría romper los cristales, pero sabes que yo soy un loco, no un vándalo. 

En fin, espero que sigas tirando del cerrojo que se puede abrir, y ya iremos abriendo juntos el que tiene doble candado, por eso de que dos hacen mejor el trabajo de uno. 

¡Ah!, aunque mejor que todo eso, ¡VENTANAS FUERA!

viernes, 27 de julio de 2012

Me basta así

Este es un pequeño homenaje a Ángel González. Un poema que me encanta. Nos encanta.

Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti; 
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia 
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando  -luego-  callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta

jueves, 26 de julio de 2012

No quiero tus espinas...quiero tus rosas

No quiero recorrer contigo los espinos que me clavas cuando congelas tus palabras. Quiero caminar sin pincharme, porque ya he sangrado bastante.

A veces tus "no" son fríos y ásperos, como un canto de río. Con ellos me atraganto, me asfixio y no respiro. Y hasta el sudor se me hiela el segundo que dura ese brutal monosílabo.

Y no quisiera leer en ese momento, no, pero acabo impregnando mi mente con los cuchillos afilados, toscos, hirviendo que me lanzas. 

Cuando huyes te vuelves parca, cobarde y mortal, y me matas en el mismo instante que tus pasos me dejan solo, con mi música en mi parte, deseando que tú la escuches, aunque no te guste la letra que me sale.

Cuestan las palabras, cuesta el corazón, avinagrado con los salmos más oscuros y negros que me escribes; pero no me cuesta el amor, que toma aire con cada cuchillo de menos que me lanzas, con cada frase de más que me sueltas, con cada estrofa que me entonas, con los "te quiero" a su tiempo, y a destiempo, y sin el tiempo para reponerme de tu renacimiento, de las cenizas resucitadas, de las rosas limpias de las espinas que me clavaste. 

Ya no siento la hinchazón, ni me acuerdo del dolor, pero sé dónde están los rosales, allí no iré jamás.

jueves, 12 de julio de 2012

Casi te desaparezco...

Parecía que se gastaban las páginas, y las letras ya no salían...

Y no podía avanzar porque el terciopelo gris, que es la bruma de nuestras disputas, me impedía el paso.

Y no logré encontrarte, no, no estabas, te sentía, pero me dolía hasta el corazón de pensarte, los dedos de escribirte y las rodillas de agacharme.

Pero rompí todos los argumentos, te encontré donde menos te gusta, en mi llanto, en los recuerdos que tendré, en las calles donde paseamos, en los besos que nos dimos, en tus sueños a media mañana, en la ansiedad de verte entre otros brazos y entre otras bocas... y eso es la muerte misma, sin posibilidad de resucitarte.

 Por aquel 8 de enero, porque no quede en saco roto aquella vez que te quedaste con mi olor y yo me quedé impregnado de tu cordura.

Por eso no quiero ni un minuto que no seas tú, que no sea yo, que no seamos los dos.

viernes, 6 de julio de 2012

Caminos hacia ti, caminos contigo...

Extraño mi patria
que no es esta ni aquella, ni el mundo, ni las calles por donde paso todos los días.
Solo reconozco caminos en tu cuerpo, con su cardus y decumanus...y autopista con peaje, pagado y sufrido al contado.
Las luces de la ciudad ya no me indican la senda, ni los faros de mi coche, solo la inercia me lleva hasta donde te plantas y me esperas, hacia donde me abrazas y te aprieto.
Ya no acabamos en tu cama, sino en todas partes, donde me callas la boca a morreo limpio, donde no corremos los metros que nos separan de mi casa porque nos corremos vivos por el camino, a trompicones, tropezando en cada esquina, golpeando con la espalda cada puerta, y metiéndonos mano hasta en el cielo de la boca.
Y luego, ¿qué pasa?. Ya no hay luego, porque todos los momentos son luego, hoy, nunca ayer, nunca mañana. 

miércoles, 4 de julio de 2012

A las Tres, por decir algo.

Aquí estoy, leyendo poemas de los más grandes, con las babas por los suelos y el corazón poblado de ti.
Te amo. Te espero a las Tres por todas partes.
...a las Tres o antes, cuando tú quieras. Escondida, sin que te vea nadie, a cualquier minuto, hora del día, o de la vida. Todas tus palabras, tus frases, tus gestos... son mi amor, mi nutrición diaria, mi desolación sino las tengo.
Amo lo que eres, amo la que eres, deseo lo que me das, y lo deseo siempre, todo, sin derramar nada.

lunes, 2 de julio de 2012

Para nadie, para ti...

Hoy amanece como mañana, pero nunca es hoy...

Y me asomo a la ventana del hombre que fui, sin conseguir ver nada de ti.
No está oscuro, solo veo manchas, puntos negros que caracolean las calles y que huelen a naftalina. Pútrido olor, serpentina de recuerdos, pero sin añoranza, sin vista atrás como los necios, sin el típico "si yo volviera al pasado, no haría..."
Escribo el presente sin nadie, pero cierro la ventana contigo; solos, en la habitación donde nunca pasa lo que pasaba.
Abro la puerta, salgo a la calle, pero solo junto a ti. Hace mucho tiempo que no abro más cerrojos que el tuyo.