jueves, 19 de abril de 2012

Contra los postulados racionalistas

Pasando de los postulados neoplatónicos de Marsilio Ficino, y de las arbitrariedades racionalistas, empíricas y pseudoroussonianas, me posiciono en la vanguardia de la sensibilidad; pero más parecida a la que nos legó Shelley, que la que Byron plumificaba en sus escritos.

Bastiones de sentimientos exaltados desde las pasiones del alma. Carros herrados de oro, berlinas de 1300 chelines, cocheros con librea, látigos de cuero, y ruedas pisando fangos del cementerio donde enterramos a la diosa razón; ¡Tan puta como las meretrices del rey de Prusia!

Palos de la madera más dura de los montes Transilvanos, todo para sepultar mi materialismo más contumaz. Pocos salpicones de racionalismo quedan todavía en mi entendimiento; limpiados con los recuerdos de tu mirada, de las delicias de tu lengua dislocada en las comisuras de mi cuerpo.

Ojos clavados en los textos más intensos de la racionalidad, deseosos de leer la cordura de la locura más extrema. Sólo mi rabia, mi pecho saliente, avanzan con los impulsos de tu lógica aplastante, de la lógica de los besos más húmedos de cada rincón.


Nunca creí que mi duelo con el racionalismo fuese vencido contigo. Con tus manos desencajadas, voladoras, trepadoras de las enredaderas del romanticismo más vespertino, posicionadas en el corazón más pétreo, romo y apagado.

Luces, amanecer, tempestad, sentidos.

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