sábado, 28 de abril de 2012

Cuando vivamos juntos...

Nuestros días serán serenos y solemnes, sexuales y locos, divertidos y literarios, tiernos, arrebatadores y ninguno igual al otro.
Cuando leamos juntos en el sofá de la esquina, sólo nuestros ojos hablarán sin decirse nada, y se dirán todo.
Y cuando los libros reposen en la mesita negra del salón, los sofás se quedarán desnudos de silencio.
Y lograré que te sientes en el velador de la cocina con las manos hacia atrás, apoyadas en la encimera, el pecho inclinado y la cintura curva; mi brazo te recorre la espalda mientras beso tu cuello y caracoleo en tu oído. Y no se van tus dedos a otro lugar que al jardín de mis delicias... y sabes que salto, que me retuerzo, descanso.
Y me vengo en tus rodillas, en tu barriga, en tus costados, y es mi lengua la que cobra los besos robados, y tu piel la que recibe los amasijos de ternura de mi corazón desencajado... como mi mandíbula, insertada en tus piernas, mordiendo tus rincones más tapados. Y con tu sexo espero y desespero, sudados, con nervio, húmedos, empalmados...
Caerá el agua de la ducha, fuerte, cuan borrasca huracanada, y las paredes retumban...
Llaman a la puerta. Es la policía. Los vecinos se hartan.

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