lunes, 30 de julio de 2012

Sin persianas ni rejas, ahora las ventanas.

Dicen que, entre los nubarrones, los rayos de sol brillan mucho más.

Es cierto, pero te equivocan y dan una falsa sensación de euforia. A pesar de la intensidad, yo solo quiero el cielo despejado, las luces siempre fuertes, los focos de los coches encendidos y tus ojos despiertos. 

Antes me conformaba con esos rayos que veía en la claraboya de mi casa, pero ahora me parecen pocos, ya se me cansó la vista de leer a oscuras, aunque pusiera todo mi empeño. Pasaba las páginas, me enteraba de todo, pero ya ni quiero ni puedo seguir leyendo así.

Quiero que no te dé pereza abrir la ventana un poco más, porque desde fuera yo no puedo; yo lo intento, pero tienes que quitar el cerrojo, que no tiene llave ni clave de acceso. Podría romper los cristales, pero sabes que yo soy un loco, no un vándalo. 

En fin, espero que sigas tirando del cerrojo que se puede abrir, y ya iremos abriendo juntos el que tiene doble candado, por eso de que dos hacen mejor el trabajo de uno. 

¡Ah!, aunque mejor que todo eso, ¡VENTANAS FUERA!

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