que no es esta ni aquella, ni el mundo, ni las calles por donde paso todos los días.
Solo reconozco caminos en tu cuerpo, con su cardus y decumanus...y autopista con peaje, pagado y sufrido al contado.
Las luces de la ciudad ya no me indican la senda, ni los faros de mi coche, solo la inercia me lleva hasta donde te plantas y me esperas, hacia donde me abrazas y te aprieto.
Ya no acabamos en tu cama, sino en todas partes, donde me callas la boca a morreo limpio, donde no corremos los metros que nos separan de mi casa porque nos corremos vivos por el camino, a trompicones, tropezando en cada esquina, golpeando con la espalda cada puerta, y metiéndonos mano hasta en el cielo de la boca.
Y luego, ¿qué pasa?. Ya no hay luego, porque todos los momentos son luego, hoy, nunca ayer, nunca mañana.
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